¿Cómo como?

Si bien el hambre (me refiero a la verdadera sensación de hambre) puede nublar la capacidad de elección sobre qué comer, la actitud con la que como es incluso más relevante.

Está claro que nuestras emociones tienen un peso determinante en la elección de lo que comemos y en nuestros hábitos alimentarios. Y que lo que comemos afecta a nuestro estado de ánimo, de igual manera, según nos sentimos así comemos.

Hay una estrecha relación entre la auto gestión de los estados de ánimo y los trastornos alimentarios. Para no caer en sentimientos de vergüenza por sobrealimentación, o en la culpa, por temor a ganar peso, lo que hemos de tener muy presente es:

COMER JUSTAMENTE LO QUE NECESITEMOS y máximo quedarnos a un 80% de nuestra capacidad de ingesta, que ya es mucho. Comer para nutrir nuestro organismo, básicamente.

Muy bien, pero: ¿Y cómo hago para combatir la gula y no comer compulsivamente?

Cuando utilizamos la comida para calmar nuestras emociones (ej: gula, ansiedad), estamos tapando problemas más profundos. La clave es auto indagar y preguntarse qué está pasando dentro de uno mismo, qué sucede para que no esté en paz. Tambien podemos, por ejemplo, escribir, hacer terapias para reequilibrar la energía corporal, hacernos una lista de tareas pendientes (con amigos, familiares, acciones que postpongo, etc) y hacer las más importantes (el resto de la lista, a la basura), y tras haber analizado y dado con la raíz, entonces habremos conseguido una enorme mejora emocional y alimentaria.

Realmente, el origen de todo desorden se resuelve con darnos espacio para el AMOR <3 (darnos, darlo y recibirlo), porque cuando verdaderamente empiezas a sentir esa potencia de amor y empoderamiento en tí mismo (interior), todo se va armonizando (exterior).

Asímismo, hay alimentos que pueden realmente cambiar tu estado de ánimo, por ejemplo los que contienen mucha azúcar nos vuelven más agresivos, irascibles o impacientes. También pasa con el alcohol y comidas procesadas. Hay muchos estudios científicos que lo corroboran. Sin embargo, nuestro propio cuerpo es infinitamente sabio, y tan sólo hay que escucharlo para darse cuenta de lo que a uno le va bien o no. Este es mi estudio particular, escuchar a mi cuerpo.

Hemos visto que el primer paso para cambiar de actitud ante la comida es detectar por qué razones no estamos en paz (factor emocional). El segundo paso es hacernos una analítica completa de sangre y orina (factor físico). Aquí se pueden detectar los niveles de triptófano, uno de los aminoácidos esenciales que forman las proteínas, y se obtiene de los alimentos. El triptófano se convierte en la molécula 5-HTP y ésta en el neurotransmisor serotonina (hormona), relacionada con cambios de humor y bienestar emocional. Su deficiencia provoca principalmente procesos depresivos, ansiedad y trastornos del sueño. Puede ser que nuestra ingesta de proteínas sea insuficiente; esto se puede ver en una analítica completa. Consultarlo con el médico especialista.

Importante en este caso mencionar que la práctica regular de HIPOPRESIVOS estimula la producción de serotonina y catecolaminas, y por eso, los que los practicamos, sentimos ese agradable bienestar al finalizar las sesiones. Ver mi entrada: https://rociodelgadowellnesscoach.wordpress.com/2019/04/28/el-metodo-hipopresivo-de-marcel-caufriez/

Estos son algunos alimentos que contienen triptófano, percusor de la serotonina:

  • Queso fresco. Mejor de cabra u oveja, evitar el de vaca, a no ser que se conozca la alimentación real y calidad de vida del animal.
  • Carne de pollo, pavo y ternera ECOLÓGICA. Los que no comemos carne, como alternativa tenemos proteína vegetal. Evitar la soja, por favor!!, contiene lectinas ** y promueve la actividad estrogénica y desajustes hormonales, sobretodo en la mujer.
  • Pescado azul y marisco.
  • Guisantes.
  • Cacao (99% mejor).
  • Frutas.
  • Frutos secos. Unos poquitos al día, tienen niveles muy altos de grasas.
  • Cereales. NO trigo, contiene lectinas ** y gluten. Preferir teff (Etiopía) o xeixa (local, mucho más auténtico).
  • Legumbres. Bien cocinadas y muy poquitas, contienen lectinas **.
  • Semillas y granos. Mejor molidos, para digerir mejor y aprovechar todos sus nutrientes. Sésamo, amapola, chía, lino, cáñamo, etc. Sarraceno – también en copos para el desayuno, y poca cantidad.