Generación Virtual

Y es que hoy en día estamos más presentes de forma virtual que corpórea. Tanto que hemos llegado al extremo de que si no existes virtualmente, simplemente no existes.

Estamos supeditados al seguimiento, mantenimiento y continuas actualizaciones de miles de aplicaciones, todas para «facilitarnos» la vida virtual.  Compras, mensajería instantánea, tele trabajo, redes sociales, banca electrónica, gps, bla, bla, bla…

La contrapartida es el rastro que vamos dejando en la red: fotos, datos personales, datos bancarios, ubicaciones, etc. Datos que dejan en entredicho la confidencialidad, incluso la intimidad de la persona.

Cada individuo somos responsables y hemos de ser conscientes de la cantidad de información gratuita que vamos regalando por las redes. Muchas empresas de head hunting y departamentos de recursos humanos se remiten a las redes sociales del posible candidato para conocer datos más personales, así que en este sentido esto se puede considerar una prueba excluyente en un proceso de selección de un puesto de trabajo. OJO!!!

No sólo esto es preocupante, sino la necesidad de estar activo virtualmente todo el tiempo, a todas horas, y pensar erróneamente que el que no está tan activo es porque no es feliz o no hace nada en la vida, pues más bien es todo lo contrario. El no sentir la necesidad de aprobación o reconocimiento continuos libera y confiere mayor control sobre tu vida. De esta manera decides de forma más coherente cuando exhibir momentos o situaciones de tu vida, o simplemente compartirlos in situ y en persona con quien quieres.

Aún más preocupante es la adicción de muchos adolescentes (e incluso niños) a las redes sociales, juegos online, webs de apuestas, etc. Esto no es sólo una herramienta que puede promover la violencia y adicción entre jóvenes (noticias que, por desgracia, escuchamos cada día), sino que los amuerman, dificultan sus relaciones interpersonales, involucionan sus capacidades cognitivas al hacerlos menos imaginativos, menos conscientes de lo que ocurre a su alrededor. «Quiero tener mi móvil, porque fulanito también tiene uno!» Pero claro, con conexión. Y yo me digo a mí misma cuando oigo estas cosas: «no sé si es que estaré chapada a la antigua, pero si tuviera un hijo y siendo niño me pidiera uno le diría: eres demasiado pequeño para tanta responsabilidad, primero has de estudiar y aprender».

Estudios de asociaciones pediátricas revelan los problemas de salud derivados del uso del móvil a muy temprana edad: problemas de falta de atención, alteraciones en el sueño, sedentarismo ligado a obesidad infantil, exposición a radiación, retrasos cognitivos y falta de autocontrol, principalmente. Los primeros pasos se aprenden en casa, guiarlos por el buen camino es fundamental para que tomen sus propias decisiones de manera coherente y tengan un mejor futuro.

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